Aunque los principios del Tao fueron formulados por primera vez en símbolos y palabras por los sabios
de la antigua China, hace cosa de 5.000 años, el Tao es anterior a cualquier civilización humana y trasciende
todos los límites de tiempo y espacio, de raza y cultura, ya que el Tao es el universal y perdurable
Camino de la Naturaleza.
El Tao es algo más que una simple filosofía de la vida. Es toda una forma de vivir, y la única manera de
obtener los beneficios prácticos que ofrece el Tao es cultivarlo y practicarlo.
Historia del taoísmo en China
Hay una cosa sin forma pero completa que existía antes que el cielo y la tierra; Sin sonido, sin sustancia,
de nada depende, es inmutable, todo lo impregna, es infalible. Se la puede considerar la madre de todo
cuanto existe bajo el cielo. No conozco su verdadero nombre; la denomino «Tao».
Estas misteriosas palabras proceden del subyugante poema de 5.000 palabras a propósito del Tao
denominado Tao te king, escrito hace casi 2.500 años y atribuido a Lao Tse, el «Viejo Sabio». Las
penetrantes intuiciones contenidas en los límpidos versículos de este libro fascinante constituyen una
fuente viva de sabiduría que ha proporcionado solaz, consejo y esclarecimiento a millones de personas
de todo el mundo. Ningún otro libro ha sido traducido tantas veces y con tanta frecuencia como el Tao te
king de Lao Tse, y ningún otro libro, salvo la Biblia, cuenta con tantas traducciones al inglés. Con fecha
de 1955, existían en el mundo 100 versiones distintas impresas, 90 de ellas en lenguas occidentales, 36
sólo en inglés.
Lao Tse no inventó el taoísmo. Al igual que Confucio, que obtuvo acceso a los valiosos Archivos
Imperiales gracias a sus encuentros con Lao Tse, éste se limitó a recapitular los principios de una forma
de vivir que había prevalecido en China 2.500 años antes de su propia época, durante el reinado del
«Emperador Amarillo» (Huang Di), uno de los padres fundadores de la China. Tanto Lao Tse como
Confucio reverenciaban al Emperador Amarillo como progenitor de la civilización china y lo reconocían
como el más destacado practicante del Camino.
Los taoístas consideran muerte y nacimiento como
transiciones de un reino de la existencia a otro, y no como un comienzo o un final absolutos. Tal y como
el mayor discípulo de Lao Tse, Chuang Tse, decía a sus discípulos: « ¿Cómo sé yo que al apegarme a
esta vida no estoy sólo apegándome a un sueño y retrasando mi entrada en el mundo real?». Aunque los
sabios taoístas tienden a disfrutar de una vida larga y llena de salud precisamente porque se adaptan a
lo natural, también afrontan la muerte sin temor ni lamentaciones, porque la muerte es asimismo natural.
El taoísmo se interesa principalmente por la vida en este mundo; traza una inequívoca equivalencia entre
salud física y mental, e insiste en que sólo un cuerpo fuerte y sano puede albergar un espíritu fuerte y
sano, razón por la cual el Tao se concentra tan intensamente en la salud y la longevidad.
Según el Tao, en nuestra vida cosechamos aquello que hemos sembrado. Por consiguiente, el Tao nos
proporciona las semillas de sabiduría que necesitamos para cultivar la salud y la longevidad en el fértil
jardín de la vida, y quienes labren el campo del Tao con la práctica y autodisciplina diarias no dejarán de
cosechar tan deseables frutos. El Tao nos da el mapa de un camino entre el cielo y la tierra, pero cada
uno de nosotros debe recorrerlo con sus propias fuerzas.
El agua era una de las imágenes favoritas de Lao Tse, y aún sigue siendo el símbolo quintaesencial del
Tao.
Otra razón por la que Lao Tse admiraba el agua es que ésta beneficia a todos los seres vivos sin
atribuirse mérito alguno por ello. Ciertamente, tras conferir sus beneficios vitales a campo y arroyo, a
hombre y animal, el agua se da plenamente por satisfecha acumulándose para descansar en los lugares
más bajos y oscuros de la tierra. Cae desde el cielo en forma de lluvia y, una vez realizado su trabajo,
fluye hacia los más profundos escondrijos de la tierra:
El mayor bien es como el agua.
La bondad del agua está en que' favorece a los diez mil seres pero no exige atención,
sino que se contenta con lugares que los hombres desprecian. Por eso el agua está tan cerca del Tao.
Este pasaje, por asociación, implica también la superioridad de todas las cosas simbolizadas por el agua,
tales como la hembra de la especie, que da vida a todas las criaturas mediante el parto y la maternidad
sin «exigir atención» por ello.
Estrechamente relacionado con la imagen del agua está el concepto de «blandura», con todas sus
implicaciones:
El hombre al nacer es blando y débil, pero al morir se vuelve rígido y duro. Los diez mil seres, todas las
plantas y los árboles son blandos y flexibles mientras viven,
pero secos y quebradizos cuando mueren.
En verdad, la rigidez y la dureza son rasgos de la muerte, la blandura y la flexibilidad son rasgos de la
vida.
El mayor exponente del taoísmo filosófico después de Lao Tse fue Chuang Tse, que vivió hacia el año
300 o 350 a. de C. Chuang Tse fue, con mucho, el mejor escritor que existió entre los grandes sabios
taoístas de la antigüedad, y se hizo especialmente célebre por su irónico sentido del humor. Fue él quien,
tras despertar de una siesta en la que había soñado que era una mariposa, comentó a sus discípulos
que no podía estar seguro de si era un hombre que acababa de soñar ser una mariposa o una mariposa
que estaba soñando ser un hombre.
Chuang Tse fue uno de los más tenaces defensores del wu-wei, que definía como «conseguir que se
hagan las cosas sin hacer nada». En una conversación con sus alumnos observó: « ¿Existe acaso la
verdadera alegría? Para mí, la perfecta libertad de no hacer absolutamente nada es verdadera alegría,
pero la gente corriente lo considera una pérdida de tiempo».
En el año 150 de nuestra era, el adepto taoísta Wei Po-yang redactó el texto más completo sobre
alquimia taoísta que jamás se haya escrito. Bajo el título de Tsan Tsung Chi (La unión de la triple
ecuación), esta obra comenta la alquimia del «elixir externo» (wai dan), que consiste en la elaboración de
píldoras a partir de metales y minerales refinados, y la del «elixir interno» (nei dan), que comprende la
alquimia interior de la respiración y el yoga sexual. Aunque en el prólogo de su libro no faltan palabras de
advertencia para los charlatanes y «diletantes», Wei también suscribe la antigua opinión taoísta de que el
Tao puede ser hallado y cultivado por cualquiera que esté sinceramente dispuesto a estudiar y practicar
sus métodos.
Fue durante este mismo período de fermento intelectual cuando Por primera vez se codificó formalmente
la teoría médica china a partir de la ingente cantidad de información acumulada por los adeptos taoístas
a lo largo de milenios. Tanto el Clásico de Medicina Interna del Emperador Amarillo como el Clásico de la
Muchacha Sencilla fueron recopilados en este período, que también produjo dos importantísimos médicos
taoístas, Chang Chung-ching y Hua To.
El libro de Chang Chung-ching, Discusión de las fiebres (Shang-HanLun), escrito hacia el año 200 a. de
C., sigue siendo uno de los principales textos médicos que se han escrito en China. En él se recogen 113
recetas médicas basadas en 100 variedades de fármacos de origen vegeta], animal y mineral, entre los
que se cuenta su conocido remedio para la fiebre, todavía utilizado, la «sopa de savia de canelo»,
compuesta de canela, jengibre, regaliz, peonía y azufaifas. Este médico elaboró también un detallado
sistema de diagnóstico basado en los principios taoístas del Yin y el Yang, las «cinco actividades
elementales» de la Tierra, Agua, Fuego, Metal y Madera, y los Tres Tesoros de la esencia, la energía y el
espíritu.
El médico Hua To, que vivió alrededor del año 200 d. (le C., se especializó en una antigua terapia a base
de respiración y ejercicios denominada dao yin («inducir y guiar»). Se trata de un método para inducir a
la energía vital-a penetrar en el cuerpo y para guiarla luego hacia los diversos órganos y extremidades
mediante determinados movimientos rítmicos. Hua To lo utilizaba para curar enfermedades respiratorias
y circulatorias, así como en casos de estreñimiento, artritis y reumatismo, fatiga y depresión,
complementándolo con recetas a base de hierbas y una terapia dietética. Asimismo, Hua To realizó
grandes adelantos en cirugía y medicina naturista. A él se debe el primer anestésico elaborado en China,
una receta a base de datura, rododendro y acónito que le permitió efectuar operaciones de importancia.
La cirugía china, empero, comienza y termina con él. Muy poco' después, las autoridades confucianas
promulgaron una estricta prohibición contra la disección del cuerpo humano, tanto muerto como vivo, ya
que consideraban el cuerpo como un precioso don de los padres y antepasados. Por esta razón, el
hecho de sajar la carne para una operación quirúrgica o una autopsia constituía una grave ofensa contra
los propios antepasados y, por extensión, contra uno mismo.
Toda esta informacion es extraida del libro de Daniel Reid.
Toda esta informacion es extraida del libro de Daniel Reid.
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